Pasaba la mayor parte del tiempo mirándose al espejo: el mismo rostro, la misma mirada, siempre la misma…Quería cambiar, deseaba sufrir alguna especie de metamorfosis que la despojara de lo que solía ser… Ser otra, otra cara, otro cuerpo, pero lo más importante: otra mente, otro corazón, otro alma… Durante un largo tiempo había creído que el tener esos pensamientos la convertía en un ser extraño, frío y desagradable.Su mente, siempre inquieta: infinidad de pensamientos deambulaban por allí y abrían puertas, al hacerlo, encontraba su verdadera naturaleza, sus miedos, sus fantasmas y cierta oscuridad. Era prisionera de su mente, hasta que su alma quedó en otra cárcel peor que la de un simple cuerpo.Todos los días se reflejaba ante el espejo y hablaba con ella misma, pero oía solo lo que deseaba oír. Existía cierta barrera que separaba una realidad de otra realidad.Y golpeó el espejo, como queriendo abrir una puerta.- ¡Deja de golpear el madito espejo! – gritaron unos seres. Ella lo hacía para poder recapacitar.Un día logró su objetivo: había cambiado en algunos aspectos. Ahora era realmente malvada y reía como demente frente al espejo.- Sos patética- dijo mientras se reflejaba.- ¿Nosotras somos patéticas?- respondió una.- No, solo vos- dijo la otraNo comprendía lo que pasaba. Se tomó la cabeza y agarró una silla, dijo que iba a romper el espejo. Los seres que la rodeaban le dijeron que era inútil, que nunca podría destruirlo estando de ese lado.- No eres la verdadera- agregaron segundos más tarde…Ella permaneció meditabunda ¿En qué parte del espejo se encontraba?- ¡¿Por qué no se callan?! – gritó enojada.- ¿Sabes? Hay criaturas por todos lados, pero no todos pueden verlas. Nosotros no nos reflejamos en los espejos. Ni estando adentro o afuera de los mismos- le dijo un ser extraño, poco visible.Volvió a tomarse con fuerza la cabeza, tanto presionaba que una gota de sangre brotó desde las raíces de su cuero cabelludo, todo para no explotar por dentro… Estaba tensa porque veía como cambiaba, cómo se colocaba una máscara que pronto formaría parte de su piel. Le dijeron que una parte de ella había enloquecido.- Te han encerrado- dijo uno de los cinco seres. Siempre estás ahí sentada frente al espejo, esperándola, esperándote, es triste que no sepas quién eres…Estaba perdida, aún no compendia dónde se hallaba. Le dijo a los seres que ella no estaba en el mundo de los espejos, pero que si lo estuviera quería saber coma podría salir de allí. Los seres la miraban detenidamente, se apartaron unos minutos y en conjunto comenzaron a dialogar:-¿Sabrá qué mundo recorren sus pies?- ¿Cuál de las dos? – preguntó otro.Los cinco seres suspiraron. Esa pobre alma era víctima de ella misma. En la verdadera existencia era un estorbo o algo así…- ¿Y ustedes que hacen de este lado?- ¿Qué lado?- respondió otro ser.La joven se incorporó, pensativa caminó unos pasos. Los seres la miraban fijo. Luego le dijeron que ellos pertenecían a ese mundo. Ella pensó que eran guardianes del día y de la noche y que tan solo realizaban su trabajo, pero también creyó que la vigilaban demasiado, en cambio, a la otra, no la molestaban.- Esta otra vez en el espejo- gritó un ser.Ella corrió para reflejarse. Al verla temió: la otra estaba balanceándose en una silla, y la mirada apuntaba hacia abajo. Después se levantó y comenzó a dar un sin fin de vueltas en pequeños círculos mientras susurraba algunos números.- Ahora es tarde, está haciendo cosas diferentes a las tuyas, ya no son la misma, no tiene el mismo reflejo. Mientras vos estás sentada deseando ver su rostro, tu rostro, ella hace lo que quiere, lo lamento ¡Se rebeló!- explicó un ser.Ella cerró los ojos y se tomó la cabeza con ambas manos, más presión, más locura, más sangre… Deseaba contactarse con lo que veía, pero ya no era ella, ni siquiera pudo sentir la misma piel. Abrió ojos, algunas lágrimas deseaban rebelarse, pero sólo una quería llorar, la más fuerte no lo permitió.- Ahora eres parte de este mundo y vivirás de este lado, porque ella ha creado un nuevo ser; otro alma, otra mente, ya no te necesita. Mejoró la persona que deseaba ser, o quizás la empeoró, depende… Ya no tiene nada que pudiera pertenecerte. No las verás más- sentenció el ser más antiguo de todos.Ella lo aceptó.La otra, al verse tan diferente, por lo que era por dentro, se sintió perdida; la máscara se había adherido demasiado. Culpó al espejo, quería verla otra vez. Entonces, colocó en su cuarto ciento de espejos de diferentes formas y tamaños para tratar de hallarla, pero no tuvo suerte.Un día, cansada de esperar, rompió todos los espejos y con él pedazo mas filoso se hizo un profundo tajo en el rostro, y esa, fue la última vez que la vio.

Valeria Carina Massimino
Escrito en el 2006

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