Lo esperaba escondida en el estacionamiento, en pocos minutos él aparecería...
Colocó dos gotas de un perfume que le aseguraron que era un potente "afrodisíaco"... (de igual manera ella no necesitaba ninguna poción mágica, la llevaba en la sangre, en su piel y en sus labios).
Se colocó una máscara que solo le cubría los ojos y volvió a retocarse los labios, que junto a su cabello, era lo que resaltaba de su rostro y encantaba a cualquier ser humano que la veía.
Llevaba puesto un corset, diría que estaba vestida como una princesa, nada tenía mucho sentido, si alguien la interrogaba ella diría: “voy a una fiesta de disfraces”.
Y el hombre “más buscado” se dio a conocer, detrás de una columna ella lo miraba tras el antifaz. Y suspiraba.
Cuando el hombre se acercó a su auto, sintió que no estaba solo y se dio vuelta.
- Hola – dijo ella, con suavidad en la voz y un tanto nerviosa.
- Hola – respondió
Tal vez sería el único diálogo “coherente” y “racional” que podían tener, luego impulsos pasionales serían los protagonistas.
Ella se acercó para besarlo. Pero él retrocedió
- No quiero besarte solo unos minutos – dijo el caballero.
- ¿Pero…? – susurró ella.
- Nada… - y se dio vuelta.
Alguien le había dado la espalda y tras la máscara una lágrima prisionera necesitaba escapar. La rechazaban y no la deseaban… Permaneció de pie detrás de él, como si fuera un ángel, el hombre vio el reflejo de ella en el vidrio de la ventana del auto y no pudo soportarlo, y otra vez estaban enfrentados.
- ¿Por qué la máscara – le dijo
- ¿Por qué no?
Y el extraño sonrió.
- No voy a besarte – agregó
Y ella, tan especial que por momentos transmite miedo, se acercó hacia el vidrio del auto y pasó la lengua por allí.
- Así lo besaría… - expresó con ingenuidad. Y continuó besando el vidrio con desmedida pasión.
El hombre pensó que podía ser más creativo que ella y más fuerte a la hora de contener los impulsos y tan solo la miraba, absorto, perdido…
Luego de unos minutos, esos que él decidió no aprovechar, la muchacha se acercó hacia él y colocó su cuello cerca de la boca:
- El perfume lo compré para esta ocasión, ¿lo siente? – dijo.
Los cuerpos estaban tan cerca unos del otro, pero no se tocaban, tal vez no deberían tocarse nunca jamás en la vida…
Sobre la imposibilidad de llegar
-
El amor por uno mismo debería implicar, por pura semejanza, el amor por los
otros. Quien dice despreciar al otro en verdad a quien desprecia, y a qu...
Hace 2 semanas
0 comentarios:
Publicar un comentario