Obsesión 1
Y la sangre comenzó a brotar de manera tal que su amiga se desvaneció, pero ella era diferente… cada gota que caía atraía a su perturbada mente…
Colocó los labios sobre la herida y sintió un sabor que no le agradó, pero tampoco hizo que ella alejara su boca… Lamía cada gota que brotaba sin pedir permiso con cierta velocidad que amedrentaba a los espíritus, alimentándose, o bien moviendo la lengua de manera automática. Mientras, pensaba tantas cosas… algunas sin sentido aparente.
¿Por qué la sangre?
¿Por qué repentinamente deseó hacer eso?
No lo sabía, entonces detuvo el movimiento automático que hacía con su boca, pero su lengua buscaba otros sabores.
¿Y si ella solo podía vivir a través de algunos sentidos?
Vio que comenzaba a llover y las gotas que caían sobre la ventana la llamaban con débiles golpeteos que en su mente significaban otra cosa:
“Ven, luego de que bebas el agua cristalina, todo estará mejor…”
Pasó la lengua sobre la ventana y el sabor de cada gota de agua de lluvia la trasladó a otro mundo. Allí estuvo un largo rato, con los ojos cerrados y apoyada sobre el vidrio helado, sintiendo solo lo que su sentido le ordenaba sentir.
Luego vio que el plato con leche del salvaje felino se encontraba lleno, y no dudó en inclinarse hacia el frío suelo para comenzar a gatear, usó los mismos movimientos del gato y se dirigió hacia el alimento. Una, dos y tres veces pasó la lengua sobre la tibia leche. Lengua que parecía de mayor longitud que la de los humanos, quizás muy roja, y la estiraba para que solo la punta se deleitara con el nuevo sabor.
- ¿Está rico? – escuchó que decía una voz masculina, tras su espalda.
Permaneció inmóvil al oír esas palabras. Solo cerró la boca, aún en la posición felina, y con la cintura demasiado encorvada que parecía ser una escultura, temió moverse.
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